La víspera de Navidad una noticia circuló con rapidez
por el mundo: los palestinos desde Gaza mataron a un civil judío, el ejército
israelí respondió con un bombardeo y poco después los musulmanes exhibieron el cadáver
de una niña, asesinada por el ejército de esos judíos malos que, a criterio de
la comunidad internacional, deberían de dejarse matar, abstenerse de responder
a una agresión.
A la espera de si, como en otras ocasiones, va a
revelarse más tarde que la niña fue asesinada por los propios musulmanes
accidentalmente, el mundo ya condenó a Israel por el crimen. Cierto que el
crimen de una niña es un hecho atroz y que debe de ser castigado. Pero ¿por qué nadie critica a los palestinos que
iniciaron, como siempre, el conflicto?
Nadie dice nada sobre los musulmanes que disparan
desde lugares poblados sabiendo que, por lógica, la respuesta israelí irá a
caer justo al mismo sitio de donde salió la agresión. Si aman a sus hijos tanto
como se aprecia cuando les lloran mientras exhiben su cadáver para que el mundo
vea lo malos que son los judíos, ¿por qué los ponen en peligro?
Pareciera –que no lo afirmó- que los musulmanes
engendran hijos para luego hacer que los judíos los maten y así tener un
recurso con el cual desprestigiarlos ante el mundo. Quienes critican tanto a
Israel deberían de recapacitar primero en que rara vez ellos inician la agresión
en esta guerra intermitente que ha durado ya muchos años.
También es bueno no olvidar que Israel es un pueblo
que pese a la hostilidad constante de todos sus vecinos, ha progresado mucho,
tanto que recibe emigración de personas no judías en busca de una mejor calidad
de vida.
Por último, es bastante raro que el mundo odie a los
judíos, un pueblo próspero que inventa cosas por el bien de la humanidad, y por
otro lado proteja tanto a los musulmanes, quienes si pudieran pasarían a cuchillo
a los “infieles” de todo el mundo.
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