El Taj Mahal es el monumento más famoso de la India a la vez
que el más famoso de la arquitectura islámica. Su fama viene primero por su
belleza y segundo por su simbología romántica: fue edificado por un rey en
memoria de su amada esposa.
El monumento de mármol, brillante e impoluto como si de una
pieza escultórica monolítica se tratara, está sufriendo un deterioro producto
del combustible que sirve a los hindúes para calentar sus hogares. Dos millones
de personas que viven en los alrededores no cuentan con los medios para
proveerse de gas u otro combustible, de manera que recurren al milenario y
menos costoso estiércol de vaca.
Loable tradición que sin duda aprecian los ecologistas, pero
no los encargados de conversar el Taj Mahal. El humo producto del estiércol está
cambiando el color del monumento, aparte de que es muy difícil de limpiar. Las autoridades
no han encontrado otra solución más que prohibir el combustible causando con
ello otro problema que tampoco es fácil de solucionar, puesto que ahora habrá
dos millones de personas en el penoso dilema de que no tienen los recursos económicos
necesarios para proveerse de gas.
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