El segundo imperio mexicano dejó
pendiente para la historia un suceso que lo habría hecho más atractivo: un encuentro
entre Juárez y Maximiliano, entre los dos hombres que encabezaron los dos
gobiernos que se batieron en una sangrienta guerra hasta que sólo quedó uno.
Ese encuentro Maximiliano lo
deseó y lo solicitó repetidas veces al presidente, pero nunca fue atendida su
petición. Incluso cuando fue abandonado por los franceses y tomado prisionero
en Querétaro volvió a pedir un encuentro con Juárez. Volvieron a rechazarlo
quizás porque sencillamente ya estaba fuera de la jugada, se había convertido
en un hombre sin poder dentro de los enemigos del presidente.
Lo más cercano que quedó para la
historia de un posible encuentro entre ellos fueron unas cartas en las que el
emperador solicita un acercamiento en pro de la nación y el presidente
argumenta sus muchas ocupaciones para no aceptar. Mas las respuestas de Juárez
no está comprobado que sean auténticas.
El atractivo de ese encuentro no
realizado entre los dos hombres se debe, sencillamente, al hecho de que ambos
eran muy cultos, Maximiliano un filósofo, teórico de la política pero sin carácter
para aplicarla, y Juárez un político con carácter e indudablemente muy
adelantado a su época.
Para algunos historiadores queda
claro que incluso tenían teorías políticas muy similares, y las únicas
diferencias se debían a que uno era republicano
y el otro monárquico y el primero defendía su país y el otro llegaba con
un ejército invasor a tomarlo.
Pero ahora de esa entrevista ya
no tenemos que privarnos, La novela Juárez
en el Convento de las Capuchinas: la reunión secreta con Maximiliano, nos
lleva hasta la noche previa al fusilamiento de Maximiliano, Miramón y Mejía, y
nos regala un encuentro histórico, donde ambos hombres defienden su actuar con
la fiereza de la razón, razón que, por momentos, ambos tienen.
En esta novela, Juárez alcanza
una altura descomunal en la manera en cómo defiende su trayectoria, pero
Maximiliano no se cohíbe en ningún momento, argumenta y se defiende desde
puntos tan razonables que incluso resulta extraño que hayan sido obviados por
historiadores desde hace siglo y medio. Aquí
ambos hombres muestran grandeza, dignidad y honor.
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