martes, 18 de febrero de 2014

La brillante y arriesgada maniobra de Leopoldo López

Nicolás Maduro quería tener en la cárcel al líder opositor Leopoldo López, pero seguramente no de la manera en que lo ha conseguido. El triunfo le sabe muy amargo al energúmeno enbigotado.

El autonombrado hijo de Chávez, que por decisión suya y sólo por eso lo declaró fuera de la ley, quería que López se escondiera, que huyera como un cobarde, y que después fuera capturado por sus matarifes uniformados y exhibido como un capo mexicano cuando lo pescan. Así lo habría desprestigiado a la vez que humillado. Pero no contaba con algo sumamente importante y que sin duda él, Maduro, desconoce: el valor. López, no cabe duda, es un hombre valiente.

La entrega de Leopoldo López fue una brillante estrategia. No sólo le demostró al mundo la envergadura moral de quienes se oponen al régimen chavista, también elevó su imagen e hizo caer, todavía más, la de Maduro. Si mañana hubiera elecciones presidenciales en Venezuela, muy probablemente las ganaría López. Ayer quizás aún era el segundo opositor con más seguidores después de Capriles, hoy ya las cosas han cambiado, él es el hombre fuerte de la oposición.

El problema es que tal vez no salga bien librado de ésta. Aunque el mundo está al pendiente de su seguridad, privilegio que le acarreó su valentía, cayó en manos de tipos de cuidado que no saben nada del honor ni del respeto que merece un hombre valiente. Maduro no lo va a soltar muy fácilmente. Es probable que ya haya jurado ante los retratos de Chávez y Bolívar que primero muerto antes que dejar ir a López.

No se sabe qué horrores tienen en mente los chavistas para ese valiente, qué torturas quizás ya le están aplicando. Su futuro es incierto. Su vida sin duda alguna peligra. Si las manifestaciones tiran al suelo a esa burda y ridícula dictadura de Maduro, quizás éste, minutos antes de caer, mande a uno de sus esbirros para que le meta un tiro.

Leopoldo López bien puede morir en prisión, asesinado “en una riña de presos”, o vivir muchos años entre rejas, si es que la dictadura subsiste. Confiemos en que no sea así, en que pronto esté libre y, por qué no, sea presidente del país que tanto ama.

Parafraseando a Cicerón, en todas las épocas nacen valientes y nacen cobardes. Y Maduro y Leopoldo López son dos ejemplos irrefutables.

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