jueves, 22 de agosto de 2013

Comunista se oye mal, mejor de izquierda

El izquierdismo político es un término bastante viejo, data de tiempos de la sanguinaria Revolución Francesa. Tiene muy diversas ramificaciones precisamente como consecuencia de su antigüedad, pero básicamente radica siempre en lo mismo: el control por parte del Estado de todo o de casi todo. Instituciones públicas que regulen prácticamente la totalidad de las relaciones humanas para que nadie se haga demasiado rico ni ostente más poder que los funcionarios públicos.

El lado bueno, en teoría, de esta práctica es que el Estado al ser dueño de los medios de producción también tendría la capacidad de distribuir equitativamente la riqueza, para que a nadie le falte ni le sobre nada.

La práctica del izquierdismo en su faceta más plena, durante el siglo pasado se llamó comunismo. El resultado fueron países donde no se repartió la riqueza, pero sí la miseria y la muerte muy equitativamente. El fracaso fue ocultado y maquillado con represiones, asesinatos, torturas y encarcelamientos, hasta que ya no fue posible quizás porque ya casi no había a quien matar y los regimenes fueron cayendo.

La URSS, el más grande Estado de todos los tiempos, que abusó del poder con los ciudadanos hasta el extremo, lleno de espías, de funcionarios innecesarios y de policías entrenados para reprimir y matar, explotó cual bomba hubiese sido sin que nadie desde afuera lo presionara.

Pero antes dejó una historia negra de dolor y sufrimiento, de generaciones enteras que nacieron para vivir haciendo exactamente lo que ordenaba el régimen sin albergar siquiera la esperanza de alguna vez actuar totalmente de acuerdo con su libre albedrío.

El antecedente del comunismo no sirve actualmente para promocionar nada. Los cien millones de muertos que dejó la URSS ahuyentan a los votantes. Corea del Norte tampoco es un Estado digno de propaganda. Eso de ir a prisión si no se le llora al dictador muerto como que no se le antoja a nadie.

En América tampoco hay muy buenos antecedentes. El más celebre, el cubano, llama la atención solamente visto desde afuera, pero pocos admiradores de Castro quieren ir a subsistir con la revolucionaria cartilla de racionamiento.

No obstante, aún con el fracaso del comunismo en todos sus frentes, con aterradores, ridículos y fúnebres resultados, sigue habiendo comunistas, pero ellos no se denominan así, prefieren ser conocidos como de “izquierdas”. Ése es un término más comercial. 

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