Hasta principios del siglo XX la humanidad había repetido
estilos arquitectónicos durante prácticamente dos milenios; el ornamento había sido -ya fuera con
sobriedad o en exceso, como ocurrió en el período Barroco- el compañero
inseparable de toda obra arquitectónica. Pero al concluir la Primera Guerra Mundial no había
dinero en Europa para gastar en edificios llenos de ornato. Eso dio pie a que
surgieran nuevos estilos que, en algunos casos, marcarían enormes fronteras con
la arquitectura del pasado.
El siglo XIX ya finalizó con corrientes artísticas que
denunciaban tanta adhesión al pasado. El escultor austriaco Arthur Strasser
protestó de forma muy original, creando una estatua del general romano Marco Antonio, representado como un hombre cansado y pasado de peso, en un
carro tirado por leones tan soñolientos y aburridos como él. El artista
pretendió reflejar el fastidio que le provocaba la repetición de los mismos
estilos, con apenas variantes, por tantos siglos.
El arquitecto austriaco Adolf Loos fue el primero en edificar una casa de cierta jerarquía
libre totalmente de ornamentos, en 1910. La Casa Steiner , en Viena, llegaría a ser con el tiempo un icono
de la arquitectura como el edificio que marcó el rompimiento con el pasado.
El alemán Ludwig Mies van der Rohe, junto con su compatriota Walter Gropius, fue el mayor exponente
de la arquitectura de austeridad que Europa necesitaba tras la Gran Guerra. Es considerado el
padre del minimalismo, y la obra que más
lo representa es el Pabellón Alemán para Exposición de Barcelona, de 1929.
Quizás porque España, al no participar, no se
empobreció con la guerra, su arquitecto más importante de la época, el catalán Antoni Gaudí, llegó a ser el más
notable impulsor del ornamento del siglo XX. Su obra fue única en el mundo y
todos los objetos de ornato que incluyó en ella fueron diseños totalmente de su
intelecto con apenas influencia de otras corrientes.
El arquitecto estadounidense Frank Lloyd Wright tampoco tenía que apegarse a las austeras
corrientes europeas. Era finalmente un artista en un país muy rico. Su arquitectura
fue de hecho muy costosa, con una original integración a la naturaleza y volúmenes
que desafiaron a los avances estructurales de la época.
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