La izquierda prácticamente a nivel mundial ha
emprendido una conmovedora campaña en defensa del exanalista de la CIA , Edward Snowden, perseguido por los Estados Unidos por haber
revelado algo que todo el mundo sabía que estaba ocurriendo: que esa
hiperpotencia espía a otros gobiernos como los otros gobiernos
seguramente, en la medida de sus posibilidades, hacen lo mismo.
Edward Snowden es definido, en el peor de los casos,
como una víctima perseguida por el imperio, y cuando mejor le va es un héroe
que se atrevió a desafiar a los yanquis malos, razones más que suficientes para
que la izquierda done las monedas que serán fundidas para esculpir sus
monumentos.
El exanalista de la CIA es querido no por lo que hizo, sino porque se
lo hizo a Estados Unidos, y no lo quiere defender hasta el juez Garzón porque
es un perseguido, sino porque lo persigue Estados Unidos.
Sería interesante saber qué reacción tendrían los
ilustres gobiernos izquierdistas, más la legión de intelectuales que les hacen
el juego, si repentinamente un espía cubano saliera a revelar desde Miami que
Fidel ya usa pañal.
Hace algunos años, Dashiell Torralba, una exnuera de
Fidel Castro, escapó de Cuba llevando consigo un vídeo muy íntimo que vendió en
los Estados Unidos. Tiempo después terminó trabajando como actriz porno, y
Fidel, ante la imposibilidad de pedir su extradición a los yanquis para
encerrarla por traicionar a la revolución, se conformó publicando una fotografía
suya sosteniendo un ejemplar del diario Granma,
con la imagen de Torralba iniciando su carrera en el porno.
Entonces ningún gobierno izquierdista ni intelectual procastrista
objetó nada acerca de que el histórico comandante de la revolución cubana, un
hombre que se jactaba de su medio siglo de experiencia política y de la
prudencia que eso le había dado, se pusiera a pelearse con su nuera metida en
el porno y a decirle con esa celebre fotografía “Te gane”, revelando con ello
cuán ansioso había estado por obtener algo de venganza y con qué poco se estaba
conformando.
Pero si la nuera hubiera
sido estadounidense, habrían sobrado democracias bolivarianas dispuestas a
darle asilo político y a declararla oficialmente virgen. La izquierda tiende a
definir un acto en función no de su naturaleza, sino en función de qué tan ligado
está a los Estados Unidos. Por ello resulta un poco interesante invertir unos
segundos en imaginar qué estaría pasando si Snowden fuera… cubano.
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