miércoles, 3 de julio de 2013

¿Por qué derrocaron a Mohamed Morsi?

El derrocamiento de Mohamed Morsi en Egipto a manos del ejército es el producto, principalmente, de su imprudencia. Un país no se puede reformar de fondo cuando las aguas están muy inquietas, y menos cuando el reformador no está bien anclado. Morsi creyó que podía hacer y deshacer sólo por ser presidente, y semejante error lo pagó con el puesto.

Para que una sociedad acepte la imposición de reformas muy drásticas, debe de tener satisfechas sus principales necesidades, o debe de estar bastante sometida e intimidada. Con la egipcia no es el caso, padece una insostenible crisis y no hace mucho salió a las calles para echar por la vía de la violencia a Hosni Mubarak del poder. Que Morsi tratara de moldear a su antojo a una sociedad insatisfecha y embravecida fue una total insensatez.

Para empezar, si los egipcios acababan de forzar la renuncia de Mubarak, un hombre con treinta años en la presidencia, ¿qué le hizo pensar a Morsi que a él, un recién llegado, le tendrían consideraciones? Una vez que un pueblo se acostumbra a derrocar a sus presidentes, lo hará con cualquiera que no tenga contenta a la mayoría.

Otro error crucial de Morsi fue no asegurarse de contar con el apoyo de todos los poderosos o posibles poderosos en el país. Es imposible ser un reformador radical si no se tiene la seguridad de que los demás poderes del Estado no se moverán cuando las aguas se vuelvan turbulentas.

Morsi, visto está, no tenía consigo al ejército, como por ejemplo sí tienen bien asegurado en Venezuela los chavistas. El ejército es sumamente importante, sobre todo en un país inestable, es una maquinaría poderosa que puede quitar y poner presidentes, o mantener a uno en el puesto aunque no sea nada popular.

La prioridad de Morsi debió de ser recomponer al resquebrajado país que dejó la primavera árabe, no tratar de moldearlo inmediatamente al gusto de sus Hermanos Musulmanes sólo porque ésa era su mayor ambición. Algunos presidentes que duran en el puesto seis o más años se guardan reformas porque las ven impracticables, y porque no todo es posible lograrlo. Si Morsi hubiera sido más sensato, habría entendido ese principio tan elemental.

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