Desde la llegada al poder de Raúl Castro en Cuba como sucesor de su hermano, en el 2006, dio
inicio a un lento y muy cuestionado proceso de transformación del régimen
castrista, en el que el presidente ya hasta dejó el verde militar para vestirse
de civil. De repente ya no es tal mal recibido el capital privado, ya los
cubanos pueden salir del país y ya la revolucionaria cartilla de racionamiento
parece que va camino a desaparecer.
Los más enconados críticos de la dictadura sostienen
que se trata de una simple pantalla para limpiar la imagen del castrismo en el
exterior, que todo sigue operando igual que en los 60s y que en Cuba las
libertades están muy lejos de ser una realidad.
Pero si no fuera así, si en realidad Cuba estuviera en
un verdadero proceso de transformación, ¿qué estarían tratando de decir los
Castro, los fundadores de la dictadura comunista?, ¿acaso quieren decir “nos
equivocamos, el comunismo, después de todo, conduce al hambre sin escalas,
tardamos 54 años en entenderlo, pero ya lo tenemos bien claro?”
Si eso es verdad, los Castro estarían aceptando lo que
todo el mundo sabe y que ellos jamás han querido reconocer: que por su
estupidez, en el más blando de los casos, han estado machacando a los cubanos
de hambre por más de medio siglo. Pero siendo así, es una burla imperdonable
que ellos mismos quieran liberar a los cubanos de la terrible dictadura
comunista.
Otros, con honor, harían
lo mejor que éstos pueden hacer: meterse un tiro.
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