Ya que Evo
Morales se ha empeñado en convertir un problema diplomático -que debieron
resolver las cancillerías- en un acontecimiento sin precedentes, y gustoso ha aceptado
el recibimiento de héroe que le dieron sus gobernados al volver de Europa,
amerita, cuando menos, un poema:
Conquistador de Viena y las Canarias,
azote del imperio come pollo,
héroe ya eres, pero inmortal serás cuando te vayas,
aunque el imperio, que te odia por ser indio,
dice que vas, por torpe, de hoyo en hoyo.
Latinoamérica grita ¡oh, cuánto te debo!,
victorioso vuelves, cual general fueras,
llámate, ¡ya!, Cayo Julio César Evo,
porque héroes como tú, así de original,
habrán de pasar siglos
para que tengamos otro nuevo.
Llegas con la cara en alto,
después de al imperio haber vencido,
no traes contigo a la princesa Snowden,
pero al dragón, con tu espada y tu arte de orador,
allá por las Europas, dejaste bien molido.
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