Hace unos días, después de que el “indigno presidente
Rajoy” y los demás gobernantes europeos que “sin duda se comieron un tornillo”
cometieron un acto imperdonable contra Evo
Morales, Nicolás Maduro le
ofreció asilo político en Venezuela a Edward
Snowden como una especie de represalia.
Y hoy por fin ha empezado a difundirse el rumor de que
Snowden ha aceptado la oferta del mandatario venezolano. Ya sólo se espera que
el perseguido estadounidense abandone Rusia para dirigirse a la patria de Bolívar.
El cambio que le espera sin duda es terriblemente
radical, aunque probablemente el propio Snowden aún no ha recapacitado en ello.
Pero si se va a Venezuela, verá allí cuán diferente es ese país de los Estados
Unidos.
Snowden dejará atrás la patria de las libertades para
ir a vivir a la que puede ser de un solo hombre. Como empresario, en los
Estados Unidos, con coraje, inteligencia y un poco de suerte, podía haberse hecho
rico, allí a los emprendedores no los odian, los quieren bien para que den
empleos, produzcan y paguen impuestos.
En Venezuela la cosa es diferente, allí es probable
que perezca tan sólo en el intento de crear una empresa, y si por arte de magia
la consolida y la hace grande, el Estado se la va a quitar. Demandar cuando se
la quiten no sería buena idea, ningún juez le daría la razón a menos que
pretenda ir a prisión mientras le dicen que “Bolívar lo habría fusilado”.
Si Snowden decide meterse de funcionario público en un
país donde los funcionarios públicos sí progresan y pueden llegar a hacerse
ricos e inmunes a las leyes, es probable que no le vaya bien. Aunque quizás en cuanto llegue el propio Nicolás Maduro vaya a fotografiarse con él, después, al dejar de ser noticia, lo mandarán al olvido y será sólo un yanqui que ya traicionó
una vez. ¿Cómo van a confiar en él los bolivarianos para dejar en sus manos un
puesto importante?
De ir a Venezuela, Snowden, dejará atrás a un país que funciona mal, pero que en
todo el mundo es el que mejor funciona. Cuando llegue con los políticos
bolivarianos verá verdaderamente cómo es un lugar donde practican el arte, y
con orgullo, de hacerlo todo mal.
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