Tras la llegada al poder de Mohamed Morsi, su grupo político, los Hermanos Musulmanes, dieron
rienda suelta a un radical proceso de cambio proislamista en el que las minorías
cristianas residentes en el país de las esfinges empezaron a ver cómo desaparecían
sus derechos.
El Cairo empezó pronto a ser una ciudad muy peligrosa
para los cristianos, y las mujeres no musulmanas las víctimas preferidas de los
delincuentes dedicados al acoso sexual.
Con la caída de Morsi nada asegura que las cosas en
adelante vayan mejor para los cristianos, pero de momento, sus otrora verdugos,
son tan perseguidos como ellos. Aunque el nuevo gobierno ha dicho que los
Hermanos Musulmanes no serán excluidos de la sociedad, lo cierto es que el ejército
piensa descabezarlos, ya arrestó a varios de sus líderes y ha iniciado la
persecución de todos aquéllos con más poder dentro del grupo político con fama de terrorista. Los arrestos
podrían ser más de 200, en lo que se presume sería reducir a los Hermanos Musulmanes al estado de marginación que tenían en tiempos de Hosni Mubarak.
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