Ante la ola de protestas hacia el gobierno de Mohamed
Morsi, el ejército egipcio había anunciado hace dos días que intervendría si el
presidente no atendía las reclamaciones del pueblo, que lo instaba a renunciar.
Y fieles a la palabra dada, los militares, dirigidos
por el mariscal Abdel Fatah al Sisi,
han derrocado al gobierno de Morsi y puesto en su lugar al presidente del Tribunal
Constitucional Supremo. Mientras tanto al ya exjefe de Estado le han prohibido
abandonar el país.
El comandante del ejército también ha anunciado la supresión
momentánea de la constitución egipcia, lo que automáticamente confiere a él y
al nuevo presidente poderes dictatoriales.
La caída de Morsi supone la pérdida del poder por
parte de los Hermanos Musulmanes,
una organización con pasado de terrorista que pretende a costa de lo que sea
islamizar el país. Aunque existe desde hace ochenta años, Morsi ha sido el
primero de sus miembros en llegar tan lejos como la jefatura del Estado.
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