martes, 9 de julio de 2013

¿Qué le importa a Nicolás Maduro un tal Edward Snowden?

A raíz del incidente del avión despreciado en media Europa que trasformó en héroe a Evo Morales, los líderes izquierdistas latinoamericanos han multiplicado su admiración hacia Edward Snowden, tanto  que ya se ocupan con demasiado interés de ofrecerle asilo político para salvarlo del imperio yanqui.

Lo anterior invita a pensar dos cosas. La primera que son unos filántropos que se interesan por el bienestar hasta de los desconocidos, sin importar que sean yanquis. Pero eso se contradice con las más recientes declaraciones de Nicolás Maduro sobre Bashar al-Assad, al criticar a Estados Unidos por apoyar a los rebeldes que lo quieren derrocar y definirlo como el “presidente legitimo de Siria”. Tal vez Maduro no sabe que Al-Assad es un dictador que heredó cual príncipe fuera la presidencia de su padre, otro dictador que llegó al poder vía golpe de Estado y que lo conservó hasta su muerte, después de tres décadas.

Así las cosas, a Maduro sólo lo salvaría su ignorancia, porque de otra forma, no existe una explicación lógica respecto a su inexistente preocupación por los cien mil muertos que ha dejado la guerra civil en Siria, como consecuencia del amor al poder de un dictador que se siente poseedor del mismo derecho divino que en otros siglos argumentaban los reyes. Pero dado que es imposible que un pajarito, de esos parlanchines que tan famosos son en Venezuela, no le haya dicho a Maduro que Al-Assad es un dictador, entonces, ¿cómo es posible que no le importen esos cien mil infelices y sí Snowden?

Descartando la filantropía, la segunda teoría que surge del amor de Nicolás, Daniel, Pepe, Evo y otros por Snowden tiene que ser el odio compartido hacia los Estados Unidos. Las relaciones internaciones poca importancia tienen, e igualmente un yanqui más un yanqui menos para los amigos de dictadores que suelen cargarse a miles debe de ser una insignificancia. Lo importante es fastidiar al imperio. Que eso, como ya señaló sabiamente Henrique Capriles, arruine la economía venezolana poco interés despierta en Maduro, quien, al parecer, cambia sin pensarlo una década de hambre para su pueblo por media hora de mal humor que le pueda ocasionar a Barack Obama.

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