Aunado a la crisis económica y a la desafiante política
separatista que encabeza Artur Mas en Cataluña, el rey de España tiene que
enfrentar la otra terrible realidad de que sus súbditos cada vez lo quieren
menos.
Su accidente mientras cazaba elefantes en África, por
el que tuvo que pedir perdón, los negocios turbios de su yerno Iñaki Urdangarin,
y la decadencia de origen de la monarquía al ser una clara imposición de
Franco, tienen a don Juan Carlos con una popularidad siempre en descenso.
Su mensaje navideño de anteayer fue el menos visto de
los últimos quince años. El número de espectadores no llegó a siete millones,
lo que indica que a más cuarenta millones de españoles lo que iba a decir el
Rey en navidad les importaba bien poco.
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