A Berlusconi le gustan las jóvenes, bastante más jóvenes
que él. Por sus camas desfilan, o ruedan, mujeres a las que les puede llevar 60
años. De Angela Merkel, que ya anda en sus 58, llegó a decir en una conversación
privada -que se hizo bien pública- que tiene un infollable culo, comentario del que la digna líder alemana
fingió no enterarse.
Y como dicen que las manchas de mora con mora se
quitan, el político italiano, a sus 76 inviernos bien vividos, ha
anunciado que está comprometido con una joven de nada más 27 años, llamada Francesca
Pascale y dueña de una belleza deslumbrante.
No se sabe si Berlusconi le va a parar a sus fiestas y
orgías por las que se ha hecho tan celebre, ya está bastante viejo como para
sentar cabeza. En los más recientes años se ganó con méritos las primeras
planas de los diarios gracias a su vida libertina, a la corrupción que rodea
sus negocios, a que le tiraron un diente públicamente y a que su política llevó
la economía italiana a la quiebra.
Pero el anuncio de su próxima boda es sólo una raya de
las que todavía guarda el tigre. Tiene pensando volver a política, pese a que
lo inhabilitaron por cinco años, y entre sus sueños está volver a gobernar
Italia. Quizás ya se enteró de que le faltaron algunos ciudadanos por empobrecer.
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