Ante las ansias cada vez más manifiestas de los catalanes
por separarse de España y el desafío sin maquillajes de Artur Mas a sus “superiores”,
Mariano Rajoy, el rey Juan Carlos y el propio príncipe Felipe, siguen
tolerantes y conciliadores para evitar lo que se ve ya como algo inevitable: la
independencia de Cataluña.
El asunto parece ser de tamaño. Si pierde a Cataluña,
España perdería siete y medio millones de habitantes y algo más del 6% de su
territorio. Aparte de que otra provincia separatista podría correr tras
Cataluña reduciendo a España todavía más.
Eso no lo quieren ni el rey ni el príncipe ni el
presidente. Pero si Cataluña quiere llevar en adelante la aventura por cuenta
propia pese a un posible negro porvenir, no lo podrán evitar ni el rey
ni el príncipe ni el presidente. Estamos en tiempos en que el nacionalismo se impone y muchos
catalanes ya no se consideran españoles, incluso ni español quieren hablar.
Las víctimas serán los catalanes que sí se sienten
españoles y que no están de acuerdo con la separación, pero si la mayoría hace su voluntad, como parece que ocurrirá, tendrán que resignarse o mudarse.
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