Cuando
un país entra en crisis, el Estado, para no bajarse de su tren de lujo y
despilfarro, suele subir los impuestos. Tanto como haga falta. Lo que pasa en
esos casos es que los empresarios, los más afectados, suelen cambiar su
residencia y su capital a otro país donde los impuestos no sean tan altos.
Eso
mismo está pasando ahora en Francia. Los franceses prefieren mudarse que seguir
pagando impuestos allí, donde son muy altos. La fuga de capitales ha preocupado
profundamente al presidente François Hollande, ya que este fenómeno es
un claro indicador de inestabilidad y puede ser también el inicio de muchos
males.
Hollande
reconoció en una entrevista que mucho se les debe a los emprendedores, a las
personas de éxito que logran sus metas. Y es que son éstos los que financian en
gran medida el funcionamiento del Estado. Pero los instó a no irse del país y
les dijo que si aman a Francia “que la sirvan”, pagando excesivos impuestos.
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