Los españoles ya no podrán pedirles a Papá Noel y a los Reyes Magos que el año entrante la
crisis quede sólo como un mal recuerdo. No tendría mucho caso gastarse los
deseos en eso. El año será complicado, tanto o más que el presente para la economía
española. Así lo dijo el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.
Pero su mensaje no pretendía ser desesperanzador, pues
habló de la España
imparable que todos los españoles conocen -ésa misma que se murió en el 2008 y que no se ve con ganas de resucitar- y
de reformas con las cuales la economía pueda repuntar nuevamente.
El primer año de Rajoy al mando de gobierno español no
ha sido sencillo. La crisis que le heredó su antecesor, José Luis Rodríguez
Zapatero, lo lanzó a ejercer el cargo con las manos atadas, la sociedad
encendida y los sindicatos más que furiosos.
Peor aún, el presidente no supo aprovechar el año en
que todavía los españoles le tuvieron algo de paciencia y se dedicó a aplicar
una política de sí pero no en la que no ha quedado nada claro mientras que el
paro aumenta, la prima de riesgo crece y la inestabilidad va camino a convertirse
en un mal crónico para España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario