A finales de 1683, tras ser derrotados a las afueras
de Viena, los musulmanes comprendieron que no podrían dominar Europa,
esclavizarla e imponerle su religión por la vía de la guerra. Por ello
modificaron su estrategia por una más lenta pero más segura: la emigración.
La emigración de musulmanes a Europa en los últimos
años ha sido una actividad imparable. Ciudades como Londres, Paría, Bruselas o
Berlín, tienen un porcentaje altísimo de musulmanes en su población. Los niños
que más nacen en Europa son hijos de musulmanes. Se espera que dentro de
cincuenta años la mitad de la población de muchas ciudades de Europa sea
musulmana.
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