En el siglo pasado hubo muchos estadounidenses que
querían ser rusos. Algunos emigraron para ver con sus propios ojos los frutos
del comunismo y regresaron a su país arrepentidos. Ayn Rand fue una rusa que desde muy niña quiso se estadounidense. Emigró
a los Estados Unidos y jamás se arrepintió. Murió demostrando la gran admiración que sentía por patria adoptiva, a la que consideraba el mejor país del mundo, un país
donde las personas podían ser libres.
Su nombre real fue Alisa Zinóvievna Rosenbaum. Nació en 1905, dentro del Imperio ruso, cuando
aún gobernaba Nicolás II. Pero pocos años después su país cambió radicalmente. Las
libertades fueron suprimidas y las personas integradas a un régimen que exigía ciega
obediencia prometiendo una horrible muerte para quien se atreviera a no acatar
las reglas.
La familia de Ayn Rand, como todas las demás que vivían
en Rusia, fue perjudicada por la liberadora revolución que todo lo confiscó
para beneficio de los políticos. Eso le dio material para escribir, años después,
su primera novela: Los que vivimos.
A los 21 años consiguió literalmente escapar del régimen
soviético y llegar al país que tanto anhelaba: los Estados Unidos. Allí puso su mejor esfuerzo para salir adelante. Sabía
que le era posible, que en ese lugar se podía. Años después, siendo rica y
famosa, habló de sus difíciles inicios. Pero jamás se quejó por no haber
recibido ayuda de nadie, argumentando que nadie estaba obligado a ayudarla. El egoísmo
siempre fue uno de los principales cimientos de su filosofía.
La fama le llegó con la novela El manantial, publicada en 1943. Sufrió mucho para poder llevar su
libro a los lectores, pero finalmente un editor decidió arriesgarse con la
voluminosa novela.
El argumento gira en torno a un arquitecto capaz de
morirse de hambre antes que pedir algo a alguien. Su extraña forma de ser hace
que primero lo pisoteen y que después resurja como el ave Fénix, convertido en e
mejor arquitecto de los Estados Unidos, en una especie de fama novelada de Frank Lloyd Wright.
La novela alcanzó un éxito sorprendente. Hizo que
surgiera un club de admiradores de la autora y esparció la filosofía de ésta
por los Estados Unidos. Durante la Segunda Guerra Mundial fue el libro que leían los
soldados estadounidenses que estaban en diferentes campos de batalla. Extrañamente,
los soldados yanquis cambiaron en esos difíciles días la Biblia por un libro que
promovía como ningún otro el egoísmo.
Ayn Rand murió en 1982, después de haber sido una gran
defensora de la libertad, del derecho de cada ser humano a elegir su destino y
de los valores del pueblo estadounidense. Fue, curiosamente, una rusa que en los tiempos de la Guerra Fría promocionó como
nadie a los Estados Unidos.
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