Según la escritora italiana Fracesca Serra, la tendencia de las mujeres a leer literatura erótica
no es algo tan nuevo como el fenómeno editorial Cincuenta sombras de Grey, de E. L. James, sino que se
remonta a hace siglos.
Cincuenta
sombras de Grey, el famoso porno para mamás, un libro tan
criticado como vendido, abrió las puertas al género erótico y provocó que
bastantes obras con la misma temática se hayan convertido en superventas.
Pero Fracesca
Serra opina que eso no es una novedad, sino que durante muchos años las
mujeres aficionadas a la lectura han sido pornolectoras. Todas. En su ensayo, Las buenas chicas no leen novelas, que
está cobrando mucha fama y causando el enfado de muchas mujeres, afirma que la
tendencia tiene sus orígenes en el lejano siglo XVIII, con un gran apogeo en el
siglo XIX con la novela Madame Bovary,
de Gustave Flaubert.
A pesar de lo revelador de su tesis, Fracesca Serra aparentemente sólo la
sustenta con imágenes, con pinturas de siglos pasados que muestran a mujeres
leyendo casi desnudas y con una célebre fotografía de Marilyn Monroe leyendo Ulises,
de James Joyce, una novela que
fue prohibida en varios países en la segunda década del siglo pasado y que pasó
por un larguísimo proceso para que las autoridades norteamericanas e inglesas le
permitieran llegar a las librerías.
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