A pesar de su vecindad con Estados Unidos, donde el
libro electrónico forma parte ya del tejido cultural y académico, México no se
lo ha tomado muy en serio aún, como también ha ocurrido con el resto de países de Latinoamérica.
La principal razón que argumentan los expertos es el
bajo índice de lectura en el país y los altos costos de las tabletas. Y para
resolver un problema de esa naturaleza quizás sirva una editorial del Estado.
El FCE ha tenido una importante papel por varias
décadas en la divulgación de la cultura en México. Ha editado libros que
abordan diversos períodos de la historia del país de destacados autores
nacionales y extranjeros, pero también abarca otros muy distintos géneros que
dan constancia de su magnitud.
Su catálogo es considerado uno de los más importantes
acervos culturales de México. Su digitalización significa subir al mercado del
libro electrónico gran parte de las obras literarias que a lo largo de los años
se han ido trasformando en lecturas de culto para los mexicanos.
El director de la editorial, José Carreño Carlón, ha anunciado que su objetivo es colocarla a la
cabeza en materia de producción de libros electrónicos, plataformas digitales y
lectores de diversos formatos, todo con la intención de aumentar el índice de
lectura entre los mexicanos, un proyecto que ya han emprendido varios gobiernos
antes con escasos logros.
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