lunes, 18 de febrero de 2013

¿Un Papa yanqui?


En la época de cambios constantes -y de sorpresas- en que vivimos, un Papa nacido en los Estados Unidos puede llegar a ser un hecho en el próximo Cónclave. El cardenal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York, ha empezado a ser mencionado como un muy posible sucesor de Benecito XVI. Es, de entre los cardenales, joven. Tiene apenas 63 años, además de que goza de una excelente reputación.

Hace décadas hablar de un posible Papa yanqui era prácticamente imposible. Estados Unidos, como el mejor hijo de Inglaterra que es, no tiene una historia ligada al catolicismo. Incluso el peor defecto que los electores le vieron en su tiempo a John F. Kennedy no fue su juventud ni el hecho de ser hijo de un hombre vinculado a negocios ilegales, sino que era católico.

En otros tiempos, el hecho de que los Iglesia Católica depositara su poder en un hombre nacido en un país donde el poder político no lo ostentan los católicos y las masas no se mueven alrededor del catolicismo, habría sido visto como una maniobra errónea.

Pero ahora el perfil que se busca en un posible Papa ya no es el mismo que se buscaba antes. Además, un estadounidense es un buen inicio para empezar a sentar a americanos en la silla de Pedro. Si los cardenales optaran por un latinoamericano, mexicano, colombiano, venezolano, etc., con la corrupción tan característica de la zona, habría que temerle a la posible aparición de secretos nada agradables ni edificantes para la Iglesia.

Es cierto que un Papa estadounidense quizás no sería bien visto precisamente en Latinoamérica, el más fuerte bastión del Vaticano en el mundo, con el antiamericanismo que reina en la región. No obstante, el latinoamericano es muy propenso a dirigir su afecto a quien se lo sabe ganar. Y un buen Papa, de la estatura de Juan Pablo II y Benedicto XVI, sabría resolver ese eventual problema.

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