miércoles, 24 de abril de 2013

Dispararle al sueño americano


Es muy difícil imaginar qué llevó a los hermanos Tsarnaev a cometer el atentado terrorista por el que pasarán a la historia, por el que uno de ellos ya murió y por el que al otro le irá muy mal. Los tipos habían logrado el sueño americano, eran dos afortunados emigrantes que tenían ante sí la posibilidad de emular al mismísimo Arnold Schwarzenegger.

Por más que se hable de la maldad de los yanquis, del imperialismo que quieren llevar a cada rincón de la tierra y de la decadencia de su país, lo cierto es que millones de seres humanos en todo el mundo, de diversas culturas y religiones, quieren llegar a Estados Unidos para ser libres, para progresar, para experimentar por primera vez en su vida lo que es la protección de las autoridades y para muchas cosas más. Todas buenas.

No todos desgraciadamente pueden conseguir ese sueño. Muchos se quedan en la mitad del trayecto, en México, por ejemplo, en el desierto o en el río Bravo. Otros llegan y no les va como esperaban. Porque el sueño americano es lo que es debido a que no todos los que lo añoran lo consiguen.

Pero los hermanos Tsarnaev, chechenos de nacimiento, sí lo consiguieron. Estudiaron en Estados Unidos, vivían bien, incluso subsidiados por el gobierno. Podían contar que su suerte era muchísimo mejor que la de millones y millones de emigrantes, sobre todo la de los que llegan del sur y se quedan cerca de la frontera con México, para estar entre hispanos y no muy lejos de su tierra.  

Esos dos afortunados que habían logrado el sueño americano, decidieron agradecerle al país que los había arropado y que sin duda los trataba mejor que el suyo con un atentado terrorista que unió a los yanquis y a ellos los hizo ante la opinión de cualquier persona de bien dos monstruos despreciables. Incomprensible

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