El 2 de
mayo del 2011 un equipo especial de los Navy SEALs de la Armada estadounidense,
compuesto por 25 elementos, penetró en la residencia del líder terrorista más
buscando de todos los tiempos, Osama bin
Laden, situada en la ciudad paquistaní de Abbottabad, y allí mismo le dio muerte.
Negligentemente,
la Armada
estadounidense filtró nombres de los integrantes de aquel equipo, cuando
debieron quedar en total anonimato por su seguridad. Desde entonces, han
surgido versiones no confirmadas por el gobierno de Estados Unidos en las
cuales 23 de aquellos 25 soldados, jóvenes y sanos, ahora están muertos.
Presuntamente,
tres meses después de la muerte de Osama bin Laden, rebeldes talibanes
derribaron un avión de la OTAN
en Afganistán, con 31 hombres a bordo, de los cuales, 22 habrían participado en
la Operación Gerónimo ,
que terminó con la vida del terrorista.
Y, más
recientemente, otro soldado de aquel equipo especial murió en un accidente de paracaídas,
lo que reducen a dos el número de sobrevivientes.
El gobierno
estadounidense no se ha pronunciado al respecto, por lo que está aún en duda el
verdadero destino de los 25 hombres que liquidaron a Bin Laden. No se sabe si
es una leyenda difundida por enemigos de Estados Unidos para correr el rumor de
que el terrorista probablemente volvió de la muerte para vengarse o cuando
menos hacer creer que su muerte fue vengada por sus seguidores. Porque si verdaderamente esas teorías
son ciertas, se trata de una nada deseable coincidencia que la administración de
Barack Obama no tendría en ningún momento disposición de confirmar. Sería como
perder parte de los laureles ganados con la muerte del peor enemigo que Estados
Unidos ha tenido en muchos años.
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