Aunque es muy improbable que el dictador Kim Jong-un sea tan insensato como
para arriesgar su puesto y la vida enfrentando a los Estados Unidos, el
gobierno estadounidense ha tomado precauciones ante sus bravuconadas.
Mientras el régimen de Corea del Norte ha ido
aumentando el tono de sus amanzanas, destructores y sistemas antimisiles del la
armada de los Estados Unidos han sido ubicados estratégicamente en torno a la península
de Corea.
Si realmente Kim Jong-un hubiera tenido la
intención de atacar y no sólo la de llamar la atención, lo habría hecho antes
de verse rodeado por la armada norteamericana, porque ahora el menor movimiento
agresivo significaría una respuesta inmediata que poco tiempo le garantizaría como
amo y señor de Corea del Norte.
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