Paradójicamente, el expresidente de México, Felipe Calderón, a quien le tocó
gobernar a su país en el período más violento desde la revolución, con actos
del crimen organizado que bien pueden ser calificados como terrorismo, ayer estuvo
muy cerca de las explosiones que conmocionaron a Boston.
Calderón actualmente trabaja en la Universidad de Harvard, en un autoexilio que
inició apenas unos días después de que dejara la presidencia. Su gobierno en México
se caracterizó por una lucha sin cuartel contra los cárteles de las drogas que
pese a la gran cantidad de armas incautadas y detenidos, más los abatidos por
las fuerzas federales, no se cristalizó en seguridad para los mexicanos, sino
que cada año durante su mandato el país se volvía más violento.
Como aficionado al deporte, el día de ayer estuvo
presente en el maratón de Boston, apenas a unas cuantas millas de las
explosiones. Resulta paradójico que mientras fue presidente explosiones de
diversos tipos hubo en todo México, pero él jamás presenció alguna, y ahora,
cuando ya puede vivir en paz y sin las preocupaciones de la guerra contra el narcotráfico,
le tocó ver y casi sentir la más cruel manera que tiene de expresarse el
terrorismo.
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