domingo, 28 de abril de 2013

Y en México, ¿dónde está el presidente, que no hace nada?


Los movimientos sociales, de ésos que se atribuyen el derecho a destruirlo todo y a tomarlo todo sólo porque son muchos los integrantes, están poniendo a México de cabeza ante la mirada de desconcierto de la sociedad que ve cómo el presidente Enrique Peña Nieto no hace nada de nada.

Los maestros disidentes e inconformes con la reforma educativa parece que ya intimidaron al casi recién estrenado jefe de Estado mexicano. En los últimos días en Guerrero se dieron el lujo de destruir cual revolucionarios fueran las oficinas de varios partidos políticos. En el lugar había muchos periodistas que captaron la barbaridad de los encargados de formar a los niños mexicanos, pero ni un solo policía que tratara de detenerlos.

Eso no es todo, la rectoría de la UNAM, la más importante universidad del país, lleva varios días tomada por un grupo de encapuchados. La noticia ha dado la vuelta al mundo, pero quizás no le ha llegado al presidente, porque tampoco ha hecho absolutamente nada allí.

Peña Nieto tiene miedo. Tocar a un grupo de manifestantes, aun cuando para ser oídos acostumbren destruir todo a su paso, puede acarrear severas críticas, caídas en las encuestas de popularidad y cosas todavía más graves, como exhortos a la renuncia por parte de la oposición.

Hace apenas un mes se veía que el presidente mexicano no se dejaría amedrentar por el sindicato de maestros. Incluso tal vez los propios maestros lo creyeron así. Pero las cosas han dado un giro radical. Ahora hacen lo que quieren, sobre todo destruir, mientras Peña Nieto sale a sus giras de Estado, quizás para no enfrentar los problemas internos de su país.

Algo que nadie le puede negar a Felipe Calderón, es que sacrificó a su partido en su lucha contra el crimen organizado, que fue su gran enemigo por decisión de él desde el primero día de su mandato. Peña Nieto, por su parte, parece tener como gran enemigo al sindicato de maestros, también por decisión suya desde el principio de su administración. Falta ver si lo enfrenta con el mismo valor que enseñó Calderón. 

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