lunes, 1 de abril de 2013

Marilyn Monroe, la mujer culta


De Marilyn Monroe hay algo que llama poderosamente la atención con nada más ver una fotografía suya: su belleza, esa cara de niña mala y buena a la vez, revestida de inocencia que sedujo a toda una generación.

Después de su belleza hay más cosas que despiertan el interés de quienes incluso nacieron cuando la famosa rubia llevaba muchos años muerta. Por ejemplo, sus películas, íconos del renacimiento del cine hollywoodense cuando éste se recuperó después de la Segunda Guerra Mundial.

También llaman la atención del público sus tres maridos. El primero, James Dougherty, cuando apenas tenía dieciséis años. A éste está ligada su etapa de jovencita pobre, lejos de ser rubia, famosa y uno de los símbolos sexuales más buscados del siglo XX.

Luego vienen, en la lista de cosas que de ella llaman tanto la atención, sus amantes. Para no ir muy lejos e ir directo a los más pesados, sólo basta mencionar a los hermanos Kennedy, John y Robert, el presidente y el  fiscal general, tan promiscuos y tan unidos que la compartieron.

Por último, de la Monroe despierta bastante el interés su misteriosa muerte, tan misteriosa como la investigación que se le dio. Se hizo tal revoltijo de pruebas verdaderas y de pruebas inventadas que los Kennedy, sus amantes, siempre serán sus presuntos asesinos, ante la imposibilidad de esclarecer los tan maquillados hechos.

Y, al fin del recuento, hay algo de esta rubia que siempre estuvo tan hermosa como deprimida que casi a nadie interesa, ni siquiera por la gran cantidad de fotografías que hay de ella leyendo. Porque sí, a Marilyn Monroe le apasionaba leer.

Fue una mujer sumamente culta, sus lecturas eran para mayores de edad, en el buen sentido de la frase. Leía a los grandes escritores rusos del siglo XIX, que ya es leer algo bueno. Dejó, a su muerte, una nada despreciable biblioteca que ya quisiera un doctor en literatura. Lástima que no sea muy fácil hacerle honor a su sapiencia porque mucho más visibles que su cultura siempre han sido sus escándalos sexuales y su belleza, y contra eso no hay biblioteca que pueda.

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