De Marilyn
Monroe hay algo que llama poderosamente la atención con nada más ver una fotografía
suya: su belleza, esa cara de niña mala y buena a la vez, revestida de
inocencia que sedujo a toda una generación.
Después de
su belleza hay más cosas que despiertan el interés de quienes incluso nacieron
cuando la famosa rubia llevaba muchos años muerta. Por ejemplo, sus películas, íconos
del renacimiento del cine hollywoodense cuando éste se recuperó después de la Segunda Guerra Mundial.
También llaman
la atención del público sus tres maridos. El primero,
James Dougherty, cuando apenas tenía
dieciséis años. A éste está ligada su etapa de jovencita pobre, lejos de ser
rubia, famosa y uno de los símbolos sexuales más buscados del siglo XX.
Luego vienen,
en la lista de cosas que de ella llaman tanto la atención, sus amantes. Para no
ir muy lejos e ir directo a los más pesados, sólo basta mencionar a los
hermanos Kennedy, John y Robert, el presidente y el fiscal general, tan promiscuos y tan unidos
que la compartieron.
Por último,
de la Monroe
despierta bastante el interés su misteriosa muerte, tan misteriosa como la
investigación que se le dio. Se hizo tal revoltijo de pruebas verdaderas y de
pruebas inventadas que los Kennedy, sus amantes, siempre serán sus presuntos
asesinos, ante la imposibilidad de esclarecer los tan maquillados hechos.
Y, al fin
del recuento, hay algo de esta rubia que siempre estuvo tan hermosa como
deprimida que casi a nadie interesa, ni siquiera por la gran cantidad de fotografías
que hay de ella leyendo. Porque sí, a Marilyn Monroe le apasionaba leer.
Fue una
mujer sumamente culta, sus lecturas eran para mayores de edad, en el buen
sentido de la frase. Leía a los grandes escritores rusos del siglo XIX, que ya
es leer algo bueno. Dejó, a su muerte, una nada despreciable biblioteca que ya
quisiera un doctor en literatura. Lástima que no sea muy fácil hacerle honor a
su sapiencia porque mucho más visibles que su cultura siempre han sido sus escándalos
sexuales y su belleza, y contra eso no hay biblioteca que pueda.
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