Pareciera que en los últimos tiempos la literatura ha
estado volcada contra el rey Juan Carlos y los suyos, porque en apenas unos
meses tres libros le han dado duros y devastadores golpes, como para que el
monarca no quiera entrar nunca más a una biblioteca.
A finales de octubre del 2012 salió a la venta el
libro Urdangarin, un conseguidor en la corte
del rey Juan Carlos, escrito por Eduardo
Inda y Esteban Urreiztieta. Se trata
de un libro que contiene revelaciones nada honorables para un yerno de rey y difíciles
de soportar para ese rey.
Luego vino, a principios de marzo, Ladies of Spain, del inglés Andrew
Morton, que rápido se volvió un superventas en Amazon porque prometía
revelar más detalles incómodos sobre la familia real española, incluida la
infelicidad de sus mujeres.
Y cuando se pensaba que los príncipes Letizia y Felipe
eran los únicos que dentro de la monarquía conservaban una imagen impecable,
viene el primo incomodo, David
Rocasolano, a publicar un libro que promete ser más devastador que los
otros dos juntos: Adiós, Princesa.
Si estuviéramos en otros tiempos quizás el rey ya habría
expedido un decreto real prohibiendo la publicación de libros y cerrando las
bibliotecas.
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