Nicolás
Maduro apenas soporta que su rival en la elección, Henrique Capriles, cuestione su
triunfo, pero que lo haga alguien de otro país que además tiene un puesto tan
importante en las relaciones exteriores como el de canciller es algo que
definitivamente no puede tolerar.
Ante un comentario moderado del ministro español de Asuntos
Exteriores, José Manuel García-Margallo,
pidiendo un recuento rápido para que el presidente electo venezolano tenga toda
la legitimidad posible, el heredero de Hugo Chávez reaccionó furioso, pidió al
gobierno de España que rectifique o de lo contrario tomará medidas ejemplares
en todos los ámbitos posibles.
La voz del ministro español ha sido de las pocas que
se han alzado en apoyo indirecto a Henrique
Capriles, ya que la mayoría de los países latinoamericanos, incluidos México
y Chile, con los que la revolución bolivariana no comparte ideología, ignoraron
al candidato opositor y se apresuraron a reconocer el triunfo de Maduro.
Aunque aun con el beneplácito del exterior al parecer
el delfín chavista no las tiene todas consigo. El día de ayer en varias
ciudades de Venezuela hubo manifestaciones para denunciar el fraude y el propio
Capriles anunció que el gobierno había arrestado a altos mandos del ejército
que discreparon con los resultados de la elección.
Los resultados del pasado domingo han sido tan
negativos para el chavismo, aun con el triunfo, que ni el propio Chávez los
habría recibido con total agrado. Es cierto que Maduro va a gobernar, pero la polémica
de la elección va a acompañarlo cada día de su gobierno y se hará más aguda
conforme la crisis económica y la inseguridad sigan aumentando.
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