miércoles, 3 de abril de 2013

No agradó mucho al rey Juan Carlos que imputaran a su hija


Aunque es algo que podría no saberse nunca, es natural suponer que el rey Juan Carlos, por ser quién es, en cuanto imputaron a su yerno, Iñaki Urdangarin, se puso a hacer llamadas prometiendo favores, cobrando otros y recordando su investidura, para hacer que su hija, la infanta Cristina, no fuera mezclada en tan espinoso asunto.

Sólo así es posible explicarse cómo el juez tardó tanto tiempo en llamarla al banquillo de los acusados. Pero la cosa finalmente se truncó. La autoridad a fin de cuentas sucumbió a la presión de la opinión pública. Porque cómo hubiera quedado la reputación de un juez que llama a declarar a todos los relacionados con un negocio chueco menos a la hija de Su Majestad, el Rey.

Por la mañana la Casa del Rey no dio declaración alguna argumentando el deseo de no meterse en asuntos judiciales. Pero por la tarde la resolución cambió y mostraron extrañeza por el giro de tuerca que dio el caso hacia la Borbón.

Extrañeza también ya había mostrado media España a ver que sólo a ella no la llamaban a declarar.


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