miércoles, 3 de abril de 2013

La ONU alerta a México sobre la ocupación territorial del los cárteles


En tiempos pasados, cuando el país azteca estaba gobernado José López Portillo, el narcotráfico ya tenía una fuerte influencia, pero brillaba por la discreción. México era un territorio de transito de la droga, llegaba al país desde Colombia y se dirigía a la extensa frontera con Estados Unidos.

La violencia no era mucha. Las zonas de influencia estaban bien repartidas y los capos respetaban a las familias de sus enemigos para de esa manera cuidar a la propia. Sí que había enfrentamientos entre diferentes grupos, pero nada que no se pudiera superar. El PRI presentaba a un capo capturado cada que la opinión pública se alteraba y fin de la historia.

Tres décadas después, el escenario es totalmente diferente. La ONU ha alertado a México sobre las catastróficas consecuencias de la ocupación territorial por parte de los cárteles. La situación ha superado con mucho al mero tráfico de drogas y ya no existen los acuerdos ni el respeto reciproco entre capos. Ahora la consigna es matar al rival y vivir tanto de la droga como de la ciudadanía, por medio de la amedrentación para mantenerla cooperando y semiesclavizada.

En muchas ciudades de México no manda más que el cártel que la tiene ocupada. La policía local, se presume, está sometida y vinculada a los grupos criminales, sirviendo de informante ante las arremetidas del ejército.

Y en lugar de aminorar la presencia del crimen organizado, México ha exportado la violencia. Los pequeños países de Centroamérica han sido los receptores de capos que buscan nuevos horizontes ante la guerra que les ha declarado el Estado mexicano. Una de las consecuencias directas se puede ver en Honduras, que se ha convertido en el país que reporta más homicidios en el continente.

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