jueves, 25 de abril de 2013

Henrique Capriles: fascista y nazi por decreto


Desde hace días, ante la solicitud de Henrique Capriles para que se cuente voto por voto y se despeje cualquier duda respecto a la elección presidencial del 14 de abril, los chavistas se le han ido en serio a la yugular, haciéndole imputaciones que un servidor público que ocupa un alto puesto jamás debería hacer en un país democrático sin que lo determine primero una corte.

Resulta verdaderamente sorprendente el ver cómo continúa vigente la estrategia de desprestigiar a alguien comparándolo con dictadores genocidas. A Capriles lo llaman nazi y fascista, como si hubiera argumentos para que tal comparación resultara siquiera minímamente lógica. Capriles no ha gobernado nunca su país, no ha impulsado el culto a su personalidad -de hecho quien sí lo hizo fue Chávez-, no se le puede atribuir con pruebas coherentes un asesinato -mucho menos un genocidio-, pero aún así despotrican contra él deliberadamente para que el televidente y el radioescucha lo relacionen con figuras como Hitler y Mussolini –ya puestos deberían de llamarlo comunista para que lo relacionen con Stalin, quien también se llevó a millones de inocentes a la tumba-.

Primero salió Nicolás Maduro a decir que las manifestaciones populares que exigían el recuento de votos eran un intento de golpe de Estado por parte de Capriles, luego la Ministra del Poder Popular para el Servicio Penitenciario, Iris Varela, lo llamó asesino, vicioso e insinuó que es adicto a las drogas, y le mandó un mensaje diciéndole que ya le está preparando su prisión.

Luego se ve que la prudencia, la diplomacia y la capacidad de dejar a los jueces la tarea de determinar quién es culpable de algo con pruebas sólidas -características todas de una democracia y de un país con instituciones y gobernantes cuerdos- no se les da a los chavistas. Quizás ignoran o se obligan a ignorar que su ferocidad no hace ver a la revolución bolivariana como algo positivo en el exterior, sino que hace ver a Venezuela como una dictadura de un partido que recurrirá a todo para permanecer en el poder. Los chavistas están haciendo que de su país se hable mucho en el mundo, sí, pero no por sus logros en diversas materias, sino por la fiereza irracional de sus dirigentes.

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