En su primer discurso al pueblo sirio durante cinco
meses, Bashar Al-Assad ha
hablado de cambios radicales en el país, de elecciones y de una constitución
sometida a referéndum, sin embargo, sigue calificando a los rebeldes de
terroristas impulsados por Al Qaeda
en su propósito de arrojarlo del poder.
El discurso de Al-Assad
pretende ganar las simpatías del pueblo sirio, cansado ya de una guerra que
ha costado más de 60.000 vidas. Argumenta que su permanencia en el poder es con
el objetivo de defender a Siria de sus enemigos y no el egoísta propósito de
conservar el puesto de dictador omnipotente que le heredó su padre.
Los rebeldes inmediatamente han respondido a su
discurso con su ya conocida política de todo o nada. No aceptarán ninguna
iniciativa de paz propuesta por ningún país u organización del mundo que contemple
la permanencia de Al-Assad en el
poder. Por lo tanto, la guerra continuará previsiblemente hasta que uno de los
dos bandos ya no tenga poder militar para seguir luchando.
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