El nuevo gobierno japonés, encabezado por Shinzō Abe, ha informado de un aumento
descomunal en los gastos del Estado. Y parte de ese aumento estará destinado a modernizar las fuerzas armadas del país en una época en que China reclama con energía su derecho a poseer las Islas Senkaku.
Japón, la admirable economía oriental que supo con sensatez
levantarse rápido de la debacle de la Segunda Guerra Mundial, durante los últimos años ha
empezado a dar muestras de agotamiento. Y aunque aún sigue siendo una de las economías
más respetadas del mundo, su deuda pública cada vez es más grande.
El mundo ha reaccionado con preocupación ante el
informe del nuevo primer ministro, Shinzō
Abe, en el sentido de que aumentará el gasto público y la intervención del
Estado en el sector privado. Para algunos analistas eso equivale a un suicidio
y es una clara amenaza a la estabilidad de la admirable economía japonesa que
se ha mantenido como un ejemplo a seguir por décadas.
Una de las áreas en que el gobierno ha informado que
aumentará el presupuesto de manera considerable es la que se refiere al
reforzamiento de las fuerzas armadas. Uno de los primeros anuncios del nuevo
gobierno de Shinzō Abe fue que no
agacharían la cabeza ante la poderosa China
y que por el contrario se alistarían para, en caso de ser necesario, defender
su soberanía.
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