Sherlock
Holmes nació con la novela Estudio en escarlata, publicada en julio 1887, donde aparece como un inteligente detective inglés, poseedor de una capacidad de deducción casi
sobrenatural que le permite ver pistas donde nadie más puede hallarlas.
El éxito que tuvo entre el público británico, ansioso
de amenas historias para sortear entre té y té su extremoso clima, fue enorme.
Holmes se transformó en un incono y en pilar del género policiaco y
detectivesco. Cruzó el fin de siglo inalterable y de esparció por el mundo
echando las raíces para novelas policíacas que incluso se escriben en nuestros
días.
No obstante, Sherlock Holmes no fue una originalidad. Fue
casi un plagio. Su autor, Arthur Conan Doyle, lo copió prácticamente idéntico
de un personaje que había creado Edgar
Allan Poe a mediados del siglo XIX, que tuvo mediano éxito y que en nada
pudo mermar la precaria situación económica que siempre acompañó al genio
estadounidense.
El personaje de Poe es C. Auguste Dupin, quien comparte con Holmes muchas características,
tantas que pensar en plagio no es descabellado. Dupin apareció en un relato
titulado Los crímenes de la calle Morgue
en 1841. Casi medio siglo antes que Holmes. A Poe apenas le alcanzó la
creatividad para dos relatos más con este detective y después lo dejó en paz. De
hecho la trascendencia de Dupin no radica en su fuerte presencia en la obra de
su autor, que más bien es escasa, sino que años después apareció con otro
nombre, con el de Sherlock Holmes.
Holmes alcanzó tanta celebridad que incluso es
importante su fecha de nacimiento, no como personaje ficticio sino como hombre,
como si hubiera sido real. Nació el 6 de enero de 1854, una década después de
que Poe publicara el último relato que tenía como protagonista a Dupin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario