martes, 22 de enero de 2013

El príncipe Harry, de las fiestas al campo de batalla


El príncipe Harry del Reino Unido, segundo hijo del príncipe de Gales y tercero en la línea de sucesión al trono británico, ha cobrado fama mundial por su comportamiento nada aristocrático, por sus fotos desnudo, por sus irreverencias y por su afición a pasear el vaso de la mesa a la boca, pero ahora también ha destacado por una práctica más seria: la de disparar contra talibanes.

Si bien es cierto que durante la Edad Media los reyes acudían a la guerra y solían perder la cabeza en ella, hace mucho tiempo que dejaron a un lado esa costumbre. Siglos. Aunque, claro, con sus respectivas excepciones. Varios miembros de la dinastía Hohenzollern, la otrora familia imperial de Alemania, dejaron la vida al principio de la Segunda Guerra Mundial en los campos de batalla de Francia. Desde entonces poco se ha sabido de príncipes combatientes. Y resulta extraño que el que retomó la costumbre sea el más informal de todos.

El nieto de la reina Isabel II, ese pelirrojo que siempre aparece en las fotografías sonriendo, acaba de regresar a su país después de haber permanecido cinco meses en Afganistán. En una entrevista concedida aún en territorio afgano y publicada hasta su regreso a Inglaterra, el príncipe afirmó haber disparado contra talibanes y acabado con algunos de ellos, en sus misiones de apoyo a las fuerzas de tierra como copiloto artillero.

En su peculiar estilo desenfadado, Harry dijo que el hecho de exterminar talibanes fue similar a uno de sus pasatiempos favoritos: los videojuegos, que consiste sólo en oprimir botones. Ante estas declaraciones, los talibanes ya lo acusaron de tomar la guerra con poca seriedad y sugirieron que durante su estancia en Afganistán se pudo haber vuelto loco, lo que para ellos justificaría sus declaraciones.

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