viernes, 11 de enero de 2013

Egipto, una primavera oscura


Egipto fue uno de los primeros países en experimentar lo que ha sido llamado como la primavera árabe, que no es otra cosa que una revolución con el único fin de derribar al dictador en turno, que puede llevar en el puesto varias décadas, y después a empezar de cero, con desorden, con caos y, sobre todo, con un alarmante retroceso.

A raíz de la caída en Egipto de Hosni Mubarak, un dictador que ya tenía en el puesto tres largas décadas, se pensó ilusamente que llegaría la democracia a la tierra de los faraones. Terrible error. Lo que llegó ha sido un gobierno radical que pone los pelos de punta a cualquiera que viva allí y no profese el Islam. Y si es mujer, peor.

Con la llegada al poder el año pasado de los Hermanos Musulmanes, una organización política con un alarmante historial terrorista, las libertades y la poca tolerancia -que comparada con otros países árabes era mucha- están en vísperas de desaparecer.

Recientemente fue aprobada en el país una constitución basada en la sharia, que pretende reconstruir al país a imagen y semejanza de Arabia Saudita, donde entre muchas otras cosas que van contra el derecho a la libertad, las mujeres no pueden ni siquiera conducir un auto.

Con la nueva carta magna egipcia el gobierno quiere islamizar totalmente al país, pasando por encima de cualquier minoría cristiana. Recientemente un popular predicador egipcio, Hisham el-Ashry, radical a más no poder, dijo por televisión que las mujeres cristianas que viven en Egipto pueden circular por las calles sin llevar un velo en el rostro sólo si ser violadas es lo que pretenden. El Cairo es actualmente la capital mundial del acoso sexual, y las que más lo sufren son las mujeres extranjeras y las residentes que no profesan el Islam.

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