Cuando surge un fenómeno editorial en inglés, es
inevitable que lo sea también la traducción al español. Tal ha sido el caso en
los años recientes de Harry Potter, Crepúsculo y ahora Cincuenta sombras de Grey, superventas y ópera prima de la británica
E. L. James.
La autora publicó su obra en inglés en el 2011. Tuvo
un rotundo éxito, atribuible según algunos críticos a que es la versión porno
de la novela Crepúsculo. En realidad
con la crítica no le ha ido nada bien a James. Muchos dicen que su obra está
mal escrita, que es aburrida y que ni siquiera es tan erótica como se afirma en
la inmensa promoción que se le ha hecho.
Pero los números dicen otra cosa. A los lectores les
encanta. Ese “porno para mamás”, como lo han llamado, resultó ser el fenómeno editorial
de principios de esta década. Las obras que se le parecen han empezado a surgir
por todas partes, tal como las novelas de niños magos sucedieron a Harry Potter y las de vampiros buenos a Crepúsculo.
Las librerías de países hispanos tienen a Cincuenta sombras de Grey casi por unanimidad
como el libro más vendido del 2012, por encima de las obras de autores autóctonos
y de bien cosechado renombre como Mario
Vargas Llosa, su otrora amigo Gabriel García
Márquez o Carlos Fuentes, cuyo
fallecimiento el año pasado se esperaba que diera un reempuje a la venta de sus
libros.
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