Luis Napoleón nació el 20 de abril de 1808, como
sobrino del mejor tío que se podía tener en ese entonces, el emperador Napoleón I,
y como nieto de su mujer, Josefina, porque al más grande genio militar de todos
los tiempos le dio por proteger bien a su hijastra y no halló opción mejor que
casarla con su hermano Luis.
Al momento de nacer Luis Napoleón fue príncipe de Holanda,
porque Napoleón en su afán de dominar el mundo y de procurarles un buen
porvenir a sus hermanos andaba por los reinos europeos quitando reyes y
poniendo a Bonapartes, sus hermanos. A Luis y a su esposa Hortensia de
Beauharnais les tocó Holanda, un buen reino pero no mejor ni comparable con el que le tocó al otro hermano, José, o sea España, aunque fue un reino muy conflictivo
que encarriló a la familia Bonaparte hacia la desgracia.
Al pequeño Luis Napoleón su padre lo llamaba el hijo de Hortensia porque sabía que él
no había tenido participación alguna en su procreación. Sin embargo, su hermano
el emperador lo obligó a reconocer al niño como un Bonaparte. Pero los demás
miembros de la familia siempre supieron la verdad. Luis Napoleón escuchó toda
su vida que era un bastardo.
Destronado su tío se vio en la necesidad de abandonar
su Francia natal aún siendo un niño. Pasó toda su juventud y parte de su madurez fuera de Francia, pero soñando con ser emperador. Sabía que no era un
Bonaparte, pero también sabía que se llamaba Napoleón y que se apellidaba
Bonaparte, y eso era suficiente para sus planes.
Sus intentos por restaurar el imperio en Francia en un
principio fueron vistos como cómicos por los franceses, pero él no desistió. Y cuando
la Revolución
del 48 derribó a Luis Felipe I vio que había llegado su gran oportunidad. Llegó
como presidente a una Francia en decadencia, pero con el nombre de potencia
encima.
No tardó mucho en hacerse emperador. Implantó una
dictadura sistemática que le permitió derribar parte de París para
embellecer sus calles, llevándose por delante siglos de historia. En el aspecto
militar Francia estaba atrasada, pero unas guerras rápidas con dos imperios
también en decadencia, el ruso y el austriaco, lo hicieron creer lo
contrario. Y lo pagó caro años después.
Tratando de ser un conquistador como su tío, envió su
ejército a México donde no cosechó muchos laureles y tuvo que retirarse con las
bayonetas entre las piernas al ser amenazado por los Estados Unidos.
Después el golpe final se lo dio Otto von Bismarck, el canciller de Alemania, en
una guerra rápida y devastadora para Francia, que dejó ver que su ejército era
tan obsoleto como monumental. Esa derrota a Napoleón III le costó el trono. Murió
tres años después de ser derrocado en el exilio, en Londres, el 3 de enero de
1873.
Aunque no fue un gran militar como su tío, hizo mucho
que no se toma en cuenta porque no fue lo que se esperaba de un Bonaparte. Tenía
más olfato para el comercio que para la guerra. En muchos aspectos Francia se
emparejó con otras potencias gracias a su correcto proceder como gobernante. No
por nada estuvo más de veinte años en el poder, mucho también tratándose de un
Bonaparte.
Y al igual que a su tío, un tiempo le dio por escribir. Su
mayor obra fue una monumental biografía de Julio César, que fue considerada
brillante, aunque muy general, y que desgraciadamente en estos tiempos no se
puede hallar en las librerías de ningún país se habla hispana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario