miércoles, 9 de enero de 2013

Efeméride: en un día como hoy murió Napoleón III


Luis Napoleón nació el 20 de abril de 1808, como sobrino del mejor tío que se podía tener en ese entonces, el emperador Napoleón I, y como nieto de su mujer, Josefina, porque al más grande genio militar de todos los tiempos le dio por proteger bien a su hijastra y no halló opción mejor que casarla con su hermano Luis.

Al momento de nacer Luis Napoleón fue príncipe de Holanda, porque Napoleón en su afán de dominar el mundo y de procurarles un buen porvenir a sus hermanos andaba por los reinos europeos quitando reyes y poniendo a Bonapartes, sus hermanos. A Luis y a su esposa Hortensia de Beauharnais les tocó Holanda, un buen reino pero no mejor ni comparable con el que le tocó al otro hermano, José, o sea España, aunque fue un reino muy conflictivo que encarriló a la familia Bonaparte hacia la desgracia.

Al pequeño Luis Napoleón su padre lo llamaba el hijo de Hortensia porque sabía que él no había tenido participación alguna en su procreación. Sin embargo, su hermano el emperador lo obligó a reconocer al niño como un Bonaparte. Pero los demás miembros de la familia siempre supieron la verdad. Luis Napoleón escuchó toda su vida que era un bastardo.

Destronado su tío se vio en la necesidad de abandonar su Francia natal aún siendo un niño. Pasó toda su juventud y parte de su madurez fuera de Francia, pero soñando con ser emperador. Sabía que no era un Bonaparte, pero también sabía que se llamaba Napoleón y que se apellidaba Bonaparte, y eso era suficiente para sus planes.

Sus intentos por restaurar el imperio en Francia en un principio fueron vistos como cómicos por los franceses, pero él no desistió. Y cuando la Revolución del 48 derribó a Luis Felipe I vio que había llegado su gran oportunidad. Llegó como presidente a una Francia en decadencia, pero con el nombre de potencia encima.

No tardó mucho en hacerse emperador. Implantó una dictadura sistemática que le permitió derribar parte de París para embellecer sus calles, llevándose por delante siglos de historia. En el aspecto militar Francia estaba atrasada, pero unas guerras rápidas con dos imperios también en decadencia, el ruso y el austriaco, lo hicieron creer lo contrario. Y lo pagó caro años después.

Tratando de ser un conquistador como su tío, envió su ejército a México donde no cosechó muchos laureles y tuvo que retirarse con las bayonetas entre las piernas al ser amenazado por los Estados Unidos.

Después el golpe final se lo dio Otto von Bismarck, el canciller de Alemania, en una guerra rápida y devastadora para Francia, que dejó ver que su ejército era tan obsoleto como monumental. Esa derrota a Napoleón III le costó el trono. Murió tres años después de ser derrocado en el exilio, en Londres, el 3 de enero de 1873.

Aunque no fue un gran militar como su tío, hizo mucho que no se toma en cuenta porque no fue lo que se esperaba de un Bonaparte. Tenía más olfato para el comercio que para la guerra. En muchos aspectos Francia se emparejó con otras potencias gracias a su correcto proceder como gobernante. No por nada estuvo más de veinte años en el poder, mucho también tratándose de un Bonaparte.

Y al igual que a su tío, un tiempo le dio por escribir. Su mayor obra fue una monumental biografía de Julio César, que fue considerada brillante, aunque muy general, y que desgraciadamente en estos tiempos no se puede hallar en las librerías de ningún país se habla hispana.

Otra cosa en la que destacó fue en su afición por las mujeres. Era un semental consumado. Su fogosidad se alejaba mucho de las características de los Bonaparte, que de hecho no eran sus parientes, y concuerda mucho con los antecedentes de los Beauharnais, familia conocida por su debilidad hacia la carne, como su madre, Hortensia, y su abuela, Josefina, dos damas que en la cama consiguieron muchas cosas importantes, entre ellas que sus descendientes sean hoy en día reyes de algunos países de Europa. Y eso no es, de ninguna manera, poco.

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