sábado, 12 de enero de 2013

Efeméride: en un día como hoy fue desterrada de Francia la familia Bonaparte


El 18 de junio de 1815 Napoleón Bonaparte perdió la decisiva batalla de Waterloo, contra el ejército inglés, al mando del duque de Wellington, y el prusiano, dirigido por el príncipe Gebhard Leberecht von Blücher. Terminaba así una época marcada por inestabilidad política, guerras continuas y un decremento alarmante de la población en Europa. Y todo había sido ocasionado por un solo hombre: Napoleón.

Poco más de una década antes ese mismo hombre parecía ser el único que podía darle estabilidad a Francia y a Europa. Su mano dura y la sistemática dictadura que implantó en varios países le daban el poder para también implantar la paz. Pero a Napoleón no le importaba la paz, él era feliz en la guerra, y ésta le era indispensable para saciar su hambre de poder.

En el apogeo de sus glorias militares, los distintos monarcas de Europa que no había defenestrado, como el emperador Francisco I de Austria o el zar Alejandro I de Rusia, prefirieron, aun a costa de ser humillados, entablar buenas relaciones con él.

Pero cuando empezó el declive napoleónico causado por el agotamiento del mejor ejército francés que ha existido en la historia, los antes humillados monarcas comprendieron que había llegado la oportunidad de vengarse y decidieron jugarse el todo por el todo. Inglaterra, Rusia, Austria y Prusia se le echaron encima a Napoleón, lo vencieron y lograron que abdicara. Sin embargo, apenas se pudieron librar de él un año. Escapó de su prisión, la isla de Elba, y regresó a Francia, haciendo huir sin pelear a Luis XVIII.

Napoleón sabía que su ejército estaba sumamente agotado. Como el genio para la guerra que fue siempre, entendía claramente que era imposible que lograra vencer a todos sus enemigos. Por eso inmediatamente manifestó sus deseos de paz, los mismos que nadie le creyó. Entonces decidió arriesgarlo todo en una pequeña oportunidad que lograba ver: derrotar a sus enemigos por separado antes de que lograran unir sus ejércitos. Casi lo logró. Pero fue detenido por Wellington y Blücher en Waterloo. Entonces supo que todo había terminado.

Meses después, el 12 de enero de 1816, Luis XVIII, que volvía al trono por segunda vez, expulsó definitivamente a la familia Bonaparte de Francia, en un intento por romper de manera radical con el pasado inmediato del país. Eran ya tiempos de paz, y el nombre de Bonaparte significaba guerra.

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