Mientras celebraba una misa en la Capilla Sixtina , en la cual
bautizó a veinte bebés, el papa Benedicto
XVI pronunció un discurso en el que defendió los valores cristianos en una época
en que éstos se están perdiendo en las sociedades de manera apresurada.
En los últimos años ha descendido enormemente en los
países con población mayoritariamente católica el porcentaje de matrimonios,
mientras aumenta el de parejas que viven en unión libre. También ya cada vez un
porcentaje mucho menor de los niños que nacen son bautizados e igualmente
desciende con rapidez el de personas que acuden a
los templos católicos con motivos religiosos. Inclusive el porcentaje de
seminaristas con intención de ser sacerdotes ha caído de manera alarmante.
Todo lo anterior ha sido enmarcado por estudiosos del
tema dentro de un proceso de crisis de fe o de pérdida de valores religiosos. La
sociedad postmoderna sencillamente ya no es adicta a la religiosidad y el
comportamiento de la Iglesia ,
enmarcado en conceptos que en poco concuerdan con los patrones de conducta actuales, ha ayudado
a alejarla aún más.
Por ello el Papa hizo énfasis en que ser cristiano no
es algo pasado de moda y que incluso el cristianismo es algo que puede llevar a
vivir en total plenitud.
Pero muchos creen que los exhortas del Santo Padre a no perder
la fe no bastan, y predicen que la
Iglesia Católica seguirá en franca decadencia si no ocurre una
reestructuración de fondo, a lo que se niegan los católicos conservadores
argumentando que los pilares de la
Iglesia no pueden ser reestructurados.
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