jueves, 24 de enero de 2013

Efeméride: en un día como hoy dejó de latir el corazón más grande de Inglaterra


Cuando murió Winston Churchill, un periodista inglés escribió: El corazón más grande de Inglaterra  ha dejado de latir. Churchill fue considerado el más sabio líder de la Segunda Guerra Mundial, donde desempeñó un papel que lo hizo uno de los hombres más interesantes del siglo XX, y de la historia de Inglaterra.

Nació el 30 de noviembre de 1874, en pleno período victoriano. Su padre fue Randolph Churchill, un aristócrata británico, hijo del séptimo duque de Marlborough, y su madre fue Jennie Jerome, de origen norteamericano.

De niño fue mal estudiante, lo que hizo dudar a su padre sobre el porvenir que lo aguardaba. Era malo para los idiomas y para las matemáticas, pero tenía una prodigiosa memoria que en ese entonces pasó desapercibida en su entorno.

A los 21 años se alistó en el ejército, y también empezó a escribir muy joven por gusto y para ganar dinero. Aunque era nieto de un duque, no era rico –su padre no había sido el primogénito-, mas sí que adoraba vivir entre lujos. Su gusto por gastar más de lo que podía lo metió en problemas económicos toda su vida.

Como militar el joven Churchill participó en las guerras de sometimiento que practicaba el Imperio británico para mantener a sus colonias bajo su dominio. No pocas veces estuvo a punto de perder la vida. Incluso en alguna ocasión cayó prisionero en Sudáfrica. Pero también aprovechó su estancia en el ejército para ser corresponsal de guerra. Casi toda su vida escribió.

Pasados los treinta años incursionó en la política, donde destacó por su gran oratoria. Volvería a los campos de batalla en la Primera Guerra Mundial, y después abandonaría el ejército para siempre.

Ocupó varios ministerios; entre la política y la escritura pasó muchos años, sorteando los buenos y lo malos momentos, y sus crisis económicas. Cuando inició la Segunda Guerra Mundial era ya un veterano, incluso muchos lo veían próximo al retiro. Tenía 74 años. Pero la renuncia de Neville Chamberlain lo llevó al cargo de primer ministro en el peor momento de la historia contemporánea del Reino Unido. Dejó a un lado cualquier discurso demagógico y prometió a su pueblo “esfuerzo, sangre, sudor y lagrimas”.

Resistió todo lo que pudo al empuje alemán, y en gran medida se lo debió a su sorprendente inteligencia. Pero lo cierto es que la guerra estaba para los ingleses prácticamente perdida cuando Alemania se enemistó con la Unión Soviética y los Estados Unidos.

Churchill comprendió que su país ya no era una superpotencia, pero logró ser tratado -a diferencia de Charles de Gaulle- con igualdad por Stalin y Roosevelt, y al término de la guerra ser considerado un líder más brillante que ellos.

Fue un mito viviente por muchos años, y no se retiró de la política hasta que ya no se pudo mover. Como no le podían dar el Premio Nobel de la Paz, le dieron el de Literatura. Y ciertamente se lo merecía, aunque su carrera literaria fue eclipsada por su brillante carrera política.

Escribió varios ensayos bélicos, como producto de su experiencia en diferentes guerras. Entre éstos destaca su historia de la primera y la segunda guerra mundial. También escribió una biografía de su padre y otra de su antepasado, el primer duque de Marlborough, la que es considerada su mejor obra y que recibió grandes elogios de importantes personalidades de su época.

Quizás su oficio como político, que lo enfrentó a terribles realidades, le acortó la capacidad de escribir ficción. Sólo escribió una novela, titulada Savrola, para la que también se basó en su experiencia en los campos de batalla durante su juventud.

Murió el 24 de enero de 1965, a la edad de 90 años. Había nacido en una época muy diferente a la que lo vio morir. Cuando ésta nació el mundo se volvió loco, y él tuvo una participación enorme en el proceso de hacerlo recuperar la cordura.

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