domingo, 26 de mayo de 2013

Casas famosas I: La Casa de la Cascada

La Casa de la Cascada es considerada la vivienda más famosa del mundo, pese a que como tal nunca funcionó muy bien. Es, junto con el Museo Solomon R. Guggenheim, la obra cumbre del arquitecto estadounidense Frank Lloyd Wright, icono de la arquitectura y del libertinaje de la primera mitad del siglo pasado.

El proyecto le fue encargado a Wright por un empresario de Pittsburg, Edgar J. Kaufmann, para que fuera su casa de campo en un bosque lleno de rocas en el condado de Fayette, Pensilvania, en la primera mitad de los años 30s.

Wright, que ya era un arquitecto famoso y tan caprichoso y atípico como él solo, según se cuenta no le hizo mucho caso al proyecto, mas cuando su cliente lo amenazó con una visita inmediata a su estudio, diseñó la casa en dos horas.

El diseño ya desde el principio contradecía una de las peticiones del cliente, quien solicitó a Wright que la casa estuviera cerca de una pequeña cascada que se hallaba en el terreno y no encima de ella. Pero Wright lo convenció de que era mejor así.

La construcción se inició en 1936 y provocó un problema tras otro. Wright experimentaba sin ningún escrúpulo en sus proyectos, sin importarle qué tan caros les salieran sus experimentos a sus clientes. Los costos de edificación de la Casa de la Cascada se elevaron como la espuma. Casi arruinaron al dueño.

Los actuales admiradores de Wright le disculpan esas faltas argumentando que al ser el iniciador de una corriente arquitectónica e inventor de nuevos métodos constructivos tenía que hacer esos experimentos que tantos problemas le causaron a lo largo de su vida y que tan caros salen hoy en día para mantener de pie sus construcciones.

El proyecto final de la Casa de la Cascada retomó ideas rectoras de las famosas casas de la Pradera, que tan famoso habían hecho a Wright años atrás. Pero en esta ocasión el arquitecto se arriesgó más aún, ya que sus volúmenes volando en el espacio dejaron de ser sólo losas para convertirse en terrazas con las cuales Wright quería dejar constancia de su talento como diseñador de estructuras.

La obra también es un claro ejemplo de la arquitectura orgánica, mediante la cual Wright tomaba en cuenta a la naturaleza que rodeaba sus construcciones y no la eliminaba, sino que la integraba a ellas.

En los elementos de ornato, el arquitecto, fiel a su costumbre, no utilizó más que las famosas esculturillas estilo japonés que tanto le gustaban y que incluía de forma a veces estéticamente arbitraría en sus proyectos.  

El resultado final de la construcción fue un monumento de fama mundial pero totalmente inútil como vivienda. La Casa de la Cascada se hizo famosa en cuanto terminaron de edificarla, pero fue totalmente inhabitable. El dueño, Kaufmann, no podía dormir por el ruido de la cascada y por el rechinar de las riesgosas estructuras que Wright había implementado, aparte de que tenía que soportar a los admiradores del arquitecto que se dejaban caer por allí para ver su magna y poco funcional obra.

Hoy en día la Casa de la Cascada es, por su belleza, la casa más famosa del mundo, pero impedir que se derrumbe es un gasto constante que empezó desde que estaban construyéndola.

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