A los yanquis se les odia en el mundo probablemente
tanto como a los judíos. Quizás por eso se llevan bien. Uno de los países que
aceptó a los hebreos de buena gana tras las persecuciones en Europa fue Estados
Unidos. Y bien le ha ido a ese país con sus judíos y bien a los judíos viviendo
allí. Por algo no se han ido. Hay casi tantos como en Israel.
El mundo se obliga a ver a la sociedad estadounidense
como a una de las principales víctimas del capitalismo que su gobierno
promueve, obligada a consumir productos chatarra e innecesarios casi por
decreto y a tolerar a aborrecibles multimillonarios que pasan por encima de
todo y de todos.
Pero guiándose sencillamente por la lógica, puede
apreciarse un país completamente diferente a cómo quieren que se le vea. Por principio
de cuentas, a ese país de gente mala hay en el mundo millones de seres humanos
dispuestos a jugarse la vida para emigrar.
Estados Unidos sigue siendo todavía en lugar donde un
pobre, incluso no siendo estadounidense, puede soñar con ser rico sin que el
Estado lo aplaste en el intento. Los estadounidenses viven bien, aun la clase
media se da el lujo de ir de vacaciones a donde quiere y de llevar una vida cómoda,
y los pobres tienen a su alrededor oportunidades para dejar de serlo que otros
en el mundo ni siquiera pueden soñar.
El gobierno también funciona mejor que en la mayoría
de los países del globo. El pueblo administra bien su política bipartidista
cambiando de partido en la Casa Blanca
cada cuatro u ocho años, de manera que si un partido cometió errores el otro tiene
la posibilidad de remediarlos.
Pero extrañamente, a ese país que tan bien funciona,
pocos lo quieren imitar. No se le perdona su historia, una historia hecha la
mayoría de las veces por hombres libres. En Europa no les perdonan a los
yanquis por haber ido a salvarlos de los alemanes ya dos veces cuando éstos
perdieron la cabeza. Latinoamérica no les perdona su trayectoria
intervencionista que bien pudo enriquecerla y que si ha fracasado tanto se debió
en gran número de veces al fanatismo y la estupidez de sus gobiernos.
Podría decirse que los gobernantes del mundo no
soportan que Estados Unidos haya tenido gobiernos tan memorables y que por eso fomentan
el odio a ellos. Es una lástima, porque se trata de un país al que conviene
imitar. A fin de cuentas, la gente allí es libre, vive o tiene la posibilidad
de llegar a vivir bien. Y se supone que así es como debe de funcionar un país.
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