Latinoamérica es la zona del mundo donde más
cuartelazos se han protagonizado en los últimos dos siglos. Y aunque ya no son
tan comunes como antes, el cuartelazo es una práctica que sigue vigente. Todavía
en el 2009 fue derrocado el presidente hondureño Manuel Zelaya, lo que lo llevó a una serie de protestas por las
cuales se paseó por el continente Americano luciendo su elegante sombrero.
Y es por esa costumbre tan latinoamericana del
cuartelazo que ha empezado a correr el rumor de que se planea uno contra el
presidente venezolano Nicolás Maduro.
Una supuesta grabación de una charla entre el coronel cubano Aramis Palacio y el conductor
venezolano Mario Silva ha dado pie
al rumor de que a Maduro le están cocinando su canto de cisne.
En la supuesta grabación, de la que ya Mario Silva ha
culpado al sionismo (para los izquierdistas los judíos son culpables hasta de
que les duela una muela), aparentemente se habla de una conspiración contra
Maduro. Y el que se dice podría estar detrás de todo es el brazo fuerte en el
poder legislativo venezolano, DiosdadoCabello, un especialista en cuartelazos fallidos que ya participó junto con
Hugo Chávez en aquel célebre de
1992.
Son muchos los que sugieren que Cabello se pregunta
cada noche mientras medita reposando la cabeza encima de la almohada por qué Chávez,
un militar, no lo eligió como su sucesor a él, otro militar. Cabello ha sido
prudente y se ha revelado públicamente como un defensor de Maduro, pero ¿está
conforme con su puesto?
Probablemente la revolución bolivariana esté próxima a
un cuartelazo, el peor enemigo de la democracia. A fin de cuentas, desde el
pasado 14 de abril parece que ya no obtendrá más poder de esa fuente, y
entonces, ¿para qué seguirle el juego? La democracia va bien con las
revoluciones sólo cuando las fortalece, cuando no es un estorbo que debe de ser
eliminado, según han probado los revolucionarios.
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