Las grandes capacidades y el valor en batalla de Julio César, por la antigüedad que lo
separa de estos tiempos, no se pueden comprobar con absoluta certeza, por lo
tanto, decir que Napoleón Bonaparte
ha sido el militar más hábil que ha existido es una verdad como un templo.
Después de Napoleón ha habido grandes militares en
diferentes lugares del mundo, aunque ninguno igualó siquiera el la mitad sus logros por muy diversas circunstancias.
Helmuth von Moltke fue el militar que le devolvió su grandeza a
Alemania. Derrotó con suma facilidad primero a Austria y después a la Francia de Napoleón III. Con ello resurgió el
Imperio Alemán que encontraría su final en la Primera Guerra Mundial.
Robert E. Lee fue el más brillante estratega que participó en la Guerra Civil Estadounidense. Aunque
el Norte estaba más poblado y más preparado para el conflicto que el Sur, la
destreza de Lee hizo que el Sur resistiera durante varios años una guerra de
antemano perdida.
Antes de ser un anciano acosado por Hitler, Paul von Hindenburg, un arrogante aristócrata
alemán, fue uno de los grandes estrategas de la Primera Guerra Mundial. Sostuvo
por largo tiempo a una ya casi derrotada Alemania en pie con sus brillantes
maniobras. Y pese a la derrota, llegó a ser considerado un héroe y fue el
hombre fuerte del devastado país después de la abdicación del káiser Guillermo II.
George Patton fue considerado un genio para la guerra. Pese a que
era un hombre emocionalmente inestable, se sentía cómodo peleando y daba
excelentes resultados. Por eso durante la Segunda Guerra Mundial le
dieron a un poderoso ejército que se paseó invicto por África y Europa. No
obstante, al terminar el conflicto, la polémica muerte de Patton dejó la eterna
duda sobre qué tanto le agradeció el gobierno estadounidense por su valor y su
brillante habilidad.
Erwin Rommel fue el más brillante estratega alemán durante la Segunda Guerra Mundial, un período
en el que Alemania estuvo dotada de extraordinarios mariscales de campo. Los ingleses
le temían tanto que incluso optaron por no dirigirse a él por su nombre, como
si de Lord Voldemort se hubiese tratado. Los nazis lo utilizaron como un símbolo
y promocionaron por todo lo alto sus brillantes victorias, hasta que lo hallaron
culpable de conspirar contra Hitler y lo obligaron a que se suicidara.
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