Comúnmente las novelas del género fantástico no son
muy misteriosas. Inmediatamente se dice desde el principio la identidad del
malo, sus capacidades y hasta sus planes, y se revela también por todo el
calvario que habrá de pasar el bueno para marcarle el alto.
Por lo anterior, llama la atención una novela fantástica
llena de misterios, como si se tratara de una policíaca, donde aunado a las criaturas extrañas y extraordinarias, magia
y duelos con espadas, se pueden encontrar también infinidad de misterios magníficamente
bien elaborados dentro de una atmósfera gótica-romántica.
Me refiero a la novela El príncipe de la soledad, escrita por Adam J. Oderoll, un autor
del que no sabe nada más que el hecho de que escribe bastante bien.
La historia nos presenta al joven, guapo y nada
accesible juez Albram Dorogant, un desubicado que nació donde no debía, suceso
que lo llevó a crecer siendo odiado y a vivir lleno de enemigos. Pero Albram no
es un buenazo, es un tipo de cuidado que siempre va un paso adelante, sin que
se revele cómo ni por qué, de sus rivales y nunca hace precisamente lo que los
otros piensan que va a hacer.
Pero ese misterioso personaje no es el único que mantiene
al lector pegado a la novela. Oderoll desborda talento a la hora de crear
protagonistas llenos de misterios, con personalidades originales y bien
definidas.
A quien le gusten las novelas policíacas, le gustará ésta;
a quien le guste la fantasía, también; y a quien le gusten ambos géneros, sin
duda la disfrutará por partida doble.
En el blog del autor se puede bajar más de la mitad de la novela gratis, y en Amazon comprarla, completa, desde luego.
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